miércoles, 9 de marzo de 2016

India, un país con tantos contrastes que cuando te pregunten acerca de ella ya no sabrás ni que opinar. He opinado tantas cosas tan diferentes sobre una misma cosa, hecho o situación que ya ni sé lo que “opino”, he odiado y amado lo mismo casi simultáneamente. Así que al final lo única que puedes hacer es no juzgar, además, que coño, ¿porque siempre tenemos que tener una opinión sobre algo, un país, una cultura una manera de hacer las cosas?
Pues para mi India es (creo) el lugar más dual al que voy a ir en mi vida, y al ser  tan dual… ha dejado de serlo y simplemente es.
India, te odio con todo mi amor… 
Y aquí os dejo esta maravilla que me inspira para nunca dejar de volver:
¿Cómo es India?  Ayer me preguntaste
y  yo, que aún llevo su polvo en mis sandalias,
y su luz, como un ascua en la mirada,
medité  y no supe que contestarte.
India es agua sucia y sol brillante
polvo grisáceo entre el oro y la plata,
un viejo en cuclillas trenzando sin pausa
y una niña de mirada penetrante.
Como una noria que gira incesante.
Un beso ardiente a la persona amada
y un cuerpo que, en  la tarde, se hace llama,
poemas de amor y muerte en un instante.
Saris de colores deslumbrantes
entre miseria de gente reposada.
Gente sencilla, religiosa y clara
visitando monumentos de gigantes.
Impenetrable, de misterio llena,
no puedo definirla. Se me escapa
cual pájaro que eternamente vuela.
Un gran deseo se me ancló en el alma.
¡Volver! Volver de nuevo a aquella tierra
antes de ser ceniza de la nada.
Eduardo Criado